miércoles, 25 de noviembre de 2015

Hijo mio



        Te debía una carta, una carta que merecieras con verdadera profundidad, una carta llena de muchas reflexiones pero breve en sus letras, y que siempre lleves contigo presente el resto de tu vida, porque así lo mereces, por eso, te escribo esta, además siento la necesidad de expresarte cuanto te quiero y cuanto te admiro, incluso cuando sientes que no me importas, que no estoy pendiente de ti, que cada día la ausencia se hace grande, cosa que realmente no es verdadera, pues tendrías que estar dentro de mí para que conocieras mi verdadero sentimiento hacia ti, sin embargo esas actitudes las entiendo. Sé muy bien que el camino de la adolescencia es difícil de transitar, lo sé, porque lo he recorrido, pero también es difícil de ser padre.
        He visto caer algunas estrellas del cielo, y quebrarse muchos bastones en los cuales uno confiaba, para poderse sostener, sin embargo es nuestro deber y obligación levantarnos y continuar adelante, esa es la característica de quienes son verdaderos gladiadores de la vida.
         Me equivoqué mucho en la vida y seguramente me habré equivocado muchas veces contigo y habrás sentido que no todas las veces fui tan justo o no me comporté como hubieses querido, pero daría no solo lo que tengo materialmente, sino hasta mi propia vida por ti.
        Espero hijo se te cumplan todos tus sueños, pues esos serán mis sueños, que logres todas tus metas porque serán las mías. Que haya otro día o muchos más para recibir medallas, reconocimientos y títulos, así físicamente no esté contigo, allí estaré, créeme que siempre ha sido así, desde el silencio y ausencia siempre ha sido así. Sé en esta vida lo que quieras ser, pues recuerda siempre que “El hombre es su medida” Si piensas en grande, serás grande y si grabas en tu mente “yo puedo” tú podrás. Nada es grande si no es bueno y nada es verdadero, si no es permanente.
        Sólo te pido, no seas un mediocre, recuerda que la mediocridad, es el atributo de los pusilánimes que no aspiran ni remotamente a ser los mejores en su medio. Los mediocres son como los cobardes, siempre encuentran pretextos para evadir sus responsabilidades. No seas, ni cobarde ni irresponsable, por lo tanto, la puerta que se te abre en esta etapa de tu vida te muestra el camino a tu destino. Depende de ti como lo transites, pero cada paso que des, que sea con una pisada fuerte y segura, con la plena confianza que estaré a tu lado siempre siguiendo tus huellas y que esas huellas serán las que dejarás a tus hijos cuando los tengas.
        Aprende con todas tus ganas los buenos ejemplos, escucha con atención a los demás cuando se hable de sabiduría, dicha humana, generosidad, libertad, virtud, necesidad, pero siempre atento, porque como dice el refrán: ”No todas las nubes llevan agua”. Las palabras solo son palabras, así que ten cuidado cuando surjan de forma habilidosa, puesto que, como alguna vez leí por ahí, los caballos, cuyos carros están cargados, avanzan con pasos lentos, claro que no soy el más indicado para dar este consejo, yo que soy en muchos momentos tan arrebatado para hablar.
        Tal vez por eso mismo de ser irreflexivo y meter la pata tan naturalmente, te pido mucha reflexión. Hijo del alma, de más está decirte que alabaré tus éxitos y sufriré si en algo fracasas, pero seré siempre cómplice en ambos casos, tanto en lo bueno como en lo malo seré tu incondicional.
        Tus responsabilidades serán mayores, por esa razón deberás pensar más de dos veces antes de actuar, deberás también medir la consecuencia de tus actos, aprenderás que se puede ser valiente sin arriesgar inútilmente la vida, que no serás menos hombre porque llores, que vale más la pena ganarse el respeto de un enemigo que la adulación de un amigo, que se puede ser justo sin ser implacable, discreto sin ser retraído y aprenderás que no estás solo en este mundo, que eres parte importantísima de él y de toda tu familia, la que te apoyará rotundamente en todo y para siempre.
        Seguiría atrapado en una madeja de palabras, terminaría repitiendo frases trilladas y omitiría otras estrujadas en mi corazón, solo me resta pedirte que, aún cuando no estoy a tu lado vayas aprendiendo a ir abandonando tus rebeldías de adolescente y seas ese profesional que quieres ser, no olvides que tienes acá en este otro lado un ser que como ser humano, hoy día tu padre, es un ser lleno de imperfecciones, pero que jamás se cansara de repetir: Te amo, tu Padre.



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