Creo en mis formas, en mis caminos; en esos que
duelen o que demoran, pero que rinden frutos, en el sendero de la
verdad, en el sendero difícil.
Creo en mi alma, en esa porción agazapada de mí, Creo en mis palabras, en mis frases, en mis abrazos y en mis miradas.
Creo en quién soy y por lo tanto, en quien a pesar de las derrotas no
tengo intenciones de dejar de ser, en mi sueño, en el magnífico sueño
que seguiré construyendo hasta que no me queden más fuerzas para creer.
Creo en el destino, en mi historia, en mis pasos y en mi experiencia,
en mis ganas de dar y creo en un mundo maravilloso que espera recibir mi
gota de ayuda.
Creo en la amistad, en los besos, en la lluvia,
en las sonrisas y en los secretos, en mi esfuerzo por crecer, en mis
ganas de crecer.
Creo en la vida, y en la magia con la que toca
todas las cosas, en el destino y en un futuro de recompensa para quienes
afrontan el desafío de ser fieles a sí mismos.
Creo en mí; sobre
todo creo en mí cuando caigo, cuando no tengo fuerzas, cuando el viento
sopla y mis velas ceden, sigo creyendo en aguantar y en volver con
todas mis fuerzas para seguir y seguir creyendo, y seguir andando, y
seguir viviendo.
Creo en los sentimientos que pueden hacer de
cada día un sol distinto y por supuesto: en el amor y en ese modo
indescriptible de estar parado ante la vida, en esa manera intrépida de
hacer transcurrir el tiempo, en esa forma tan peligrosa y a la vez tan
excitante de tener el corazón abierto. Todo lo mejor a todos. Elías
Cabeza
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