domingo, 10 de enero de 2016

Cuando hablo de amor

Cuando hablo de amor, no hablo de estar enamorado, cuando hablo de amor, no hablo de sexo cuando hablo de amor, no hablo de emociones que solo existen en los libros, no hablo de placeres reservados para los exquisitos o de aquellos placeres mundanos que invaden nuestra sociedad, ciertamente no hablo de grandes cosas, simplemente hablo de una emoción capaz de ser vivida por cualquiera, por todo aquel que se considere primeramente vivo, hablo de esos sentimientos simples y verdaderos, hablo de vivencias transcendentales pero no sobre humanas, hablo del amor, de tan solo iniciarse a como querer mucho a alguien. Pero, ¿qué estamos diciendo cuando decimos “Te quiero...”?
Yo creo que nos referimos a: “Me importa tu bienestar.” Nada más, ni nada menos, cuando quiero a alguien, me doy cuenta de la importancia que tiene para mí lo que hace, lo que le gusta y lo que le duele... lo intrínseco de esta frase, devela un todo de forma simplificada.

“Te quiero” significa, pues, me importa de ti; y “te amo” significa me importa muchísimo, y tanto me importa que, cuando te amo, en muchas ocasiones priorizo tu bienestar por encima de otras cosas que también son importantes para mí. Esta definición me conduce a la plena conciencia de dos hechos: no es verdad que te quieran mucho aquellos a quienes no les importa demasiado tu vida, y no es verdad que no te quieran los que viven pendientes de lo que te pasa. Repito: si de verdad me quieres: ¡te importa de mí! Y por lo tanto, aunque suene y sea doloroso aceptarlo, si no te importa de mí, será porque no me quieres, esto no tiene nada de malo, no habla mal de ti que no me quieras, solamente es la realidad, aunque sea una triste realidad. Hay muchas cosas que yo puedo hacer para demostrar, para mostrar, para corroborar, confirmar o legitimar que te quiero, pero hay una sola cosa que yo puedo hacer con mi amor, y es quererte, ocuparme de ti, actuar con mis afectos como yo los sienta, de forma única, pura, sencilla y real, y como yo lo sienta será mi manera de quererte, será mi manera de expresarte, será mi manera de decirte quien soy.

Tú puedes recibirlo cuando lo desees o puedes negarlo las veces que sea necesario, puedes darte cuenta de lo que significa o puedes ignorarlo supinamente, pero esta es mi manera de quererte, no hay ninguna otra disponible. Querer y mostrarte que te quiero pueden ser dos cosas distintas para mí y para ti, y en estas, como en todas las cosas, podemos estar en absoluto desacuerdo sin que necesariamente alguno de los dos esté equivocado. Cuando alguien te quiere, lo que hace es ocupar una parte de su vida, de su tiempo y de su atención en esa persona. Cuando alguien te quiere, sus acciones dejan ver claramente cuánto le importas.


 Yo no creo que el amor sea un espacio de sacrificio, yo no creo que sacrificarse por el otro garantice ningún amor, y mucho menos creo que esta sea la pauta que reafirma mi amor por el otro, el amor es un sentimiento que avala la capacidad para disfrutar juntos de las cosas y no una medida de cuánto estoy dispuesto a sufrir por ti, mucho menos que tu lo hagas por mí, o cuánto soy capaz de renunciar a mí. A medida que recorro el camino del encuentro, aprendo a aceptar que quizás no me quieran lo suficiente, o si es a mi realmente a quien quieren o mi forma de ser, o mis posesiones, dinero etc. El afecto es una de las pocas cosas cotidianas que no depende solo de lo que hagamos nosotros, ni exclusivamente de nuestra decisión, si no de que, de hecho, suceda. Sucede o no sucede, y si no sucede, no hay manera de hacer que suceda, ni en mí ni en ti.

Ahora si me sacrifico, me mutilo, y cancelo mi vida por ti, podré conseguir tu lástima, tú desprecio, tú conmiseración, quizás hasta gratitud, pero no conseguiré que me quieras, porque eso no depende de lo que yo pueda hacer, o tener. No solo no podemos hacer nada para que nos quieran, sino que tampoco podemos hacer nada para dejar de querer, pero es la verdad, cuando alguien te hable de amor, recuerda que no sea solo de sexo, placer o emociones, porque para hablar del amor se debe pasar por parajes inexorables que solo quien los ha vivido en carne propia puede hablar de ellos a carta abierta, porque en sus manos, corazón y alma, quedan las cicatrices de la vida que las causó.
Elías Cabeza





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