miércoles, 20 de enero de 2016

LA PALABRA


        La más destructiva de las armas no lo son la lanza o el arma, que pueden herir el cuerpo y destruir una muralla, la más terrible de todas las armas es la palabra, que arruina toda una vida, sin dejar vestigios de sangre, cuyas heridas jamás cicatrizaran.

     Seamos por tanto, amos de nuestra lengua, para no ser esclavos de nuestras palabras, aunque ellas sean usadas contra nosotros, no entremos en un combate que jamás tendrá un vencedor.
En el momento en que nos igualemos al adversario, estaremos luchando con las tinieblas y el único ganador será el dueño de esas tinieblas. Todo lo mejor a todos. Elías Cabeza


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